Amigos, aquí les mando algunos fragmentos de Ojo de rapiña de N. Sánchez. Casi un ignoto en su tierra. Lo publicó Gallimard, Cortázar lo elogió con palabras que no prodigaba a cualquiera. Vila Matas – quizás no de los más grandes escritores pero seguramente un gran lector, dijo algo así como "Nosotros dos me permitió comenzar a escribir".
Los pasajes son eso, pasajes. Antojadizos. Por ahí frases breves que me gustaron precisamente por su brevedad y precisión, también otras que están en el mismo filo de lo que nos ocupa: un hastío con los sabihondos de la literatura tan próximo, verán, a nuestro hastío y a nuestros sabihondos. El rechazo visceral a lo establecido. La cuestión de el arte y la vida con la claridad necesaria para no eludir lo que siempre tiene de incómodo y urticante. La cultura y sus comisarios. El pensamiento sistemático y “los riesgos de un pensamiento poético. Para mí, de una entrañable sinceridad que inevitablemente resulta entonces radicalidad. Ya me dirán. Néstor
OJO DE RAPIÑA
El aluvión incontrolable de papel escrito e impreso.
-El poema (o sea esa palabra que se espera, que se acecha
hasta que resuena y queda liberada de nombrar lo nombrado)
-La incondicional complicidad consigo mismo que parece ser
una de las características claves de todo escritor.
-Aquella Historia de la literatura sin nombres.
-[un hombre que] intenta una forma de pregunta más acá de su
pura veleidad respondedora… esa chispa de sinceridad consigo mismo, esta sola
evidencia serviría para cuestionar una poética, un siglo, o unos cuantos siglos
-… los que confiamos cada tanto en la respiración de una
lengua…
- …esos incansables sostenedores de teorías literarias.
-La inmovilidad engolada
-En la gran mayoría de las “estéticas literarias” la
relación arte-vida aparece siempre marginada. Todavía más: en las
abundantísimas Historias de la literatura de nombres, el lugar común por
excelencia, casi sin atenuantes, es la total ausencia de relación entre un
hombre que escribe y su propia vida en sentido lato, aquí y ahora.
-.. (el escritor) puede tratarse de un hombre muy aburrido y
muy pequeño que a pesar de tanta chatura encuentra los famosos “territorios de
la imaginación” en los que poder compensar (casi a riesgo de lo freudianamente
inocuo) su cobardía para volverse otra cosa.
-Esto se lo sabe por uno mismo o
no se lo sabrá nunca.
-Rimbaud (o Poe, o Céline) [y] una lista interminable de
nombres… en la mayoría de los casos se trata de hombres que saben algo por
anticipado (ese otro tufo de la
videncia) y que por lo tanto escriben sobre ello, sobre esa especie de
inconcebible privilegio… cuanto peor se es, cuanto más malamente se vive,
cuanto menos armonía se alcanza a percibir (o a buscar debajo de la costura de lo obvio), cuanto menos capacidad
de asombro, mejor para la inflación expresiva, para lo que necesita ser grito,
grito originario, manifiesto, dramatización sin atenuantes.
-… el narrador dios que lo sabe todo, el que lo comprende
todo aunque se le caiga la casa encima… claro, con el correr de los años uno
puede llegar a conocer “en vivo” a una docena de estos hombres de letras. Si se
los escucha (y sobre todo si se los espía vivir) ellos se encargan de demostrar
de qué forma estaban allí, en qué increíble medida pertenecían a una tradición
petrificada … antes que nada son un manojo de hábitos inalterables … con el
noventa y pico por ciento de las preguntas a sí mismo contestadas por
anticipado.
-Conocimiento, en fin, de una voz (si es que está en mí) una
voz a descubrir y que una vez descubierta sólo sirva para llevarse algún día al
ritmo de un párrafo donde ya no quede la más mínima posibilidad de deslinde o
atajo… y entonces empezar a vivir para el desarrollo de esa voz o para
olvidarlo y recordarlo siempre.
-… el sentido de un devenir en la escritura, de un gran
silencio de base sólo entrecortado por el ritmo de una búsqueda a ciegas donde
en lugar de cansancio, impostación, “estilo” o historias de cualquier índole,
haya verdaderas ganas (ganas necesarias, casi intransmisibles para con uno
mismo) de respirar otro aire, de romper con la propia cáscara aislante…
-.. saber que todo está completamente dicho con sólo tener
la paciencia de escuchar las verdaderas voces.
-Cuando la cultura pasa a ser de significados disponibles,
es porque ha llegado otra vez a su fin eso que algunos llaman aventura.
-… los comisarios de la
cultura, quienes además de resguardar la paz de las consciencias hacen
de la divulgación una finalidad y una
justicia, un punto de llegada donde todo esfuerzo terminó y sólo hay que
defender el mundo simplificado que sin duda les pertenece, una ética de los
valores, alguna estética, una serenidad.
-En ese terreno [del psicoanálisis] también se lucha con los
comisarios.
-… para respirar unos pasos más adelante, para encontrar un
resquicio y participar en que la vida sea más precaria, más inaferrable, menos
traicionada. Entonces podríamos esbozar algo que se aproxime a la obra
entendida como suceso, como perspectiva individual de un cambio que después
cataliza o no, el cambio y la posibilidad de aventura en los otros.
- …un humanismo de segunda agua.
- la gloriosa frustración – entre los poetas puede llegarse
a niveles insospechados.
-… lo planteamos a un nivel esencial de cultura – es decir un hombre que habla con otro hombre.
-Que la sola idea de cambio produce ansiedad y resistencia,
lo sabemos antes que nada por los comisarios. Allí está el ejemplo
suficientemente lastimoso de las revoluciones detenidas en una ética de la institucionalidad, produciendo un arte
inconcebible, una concepción medieval de la
pareja humana. Generaciones de futuros comisarios que piensan y sobre
todo practican el porvenir.
-… olvidar, de una vez por todas, el reclamo de “utilidad”
que tanto preocupó siempre a los comisarios angustiados por la urgencia de
verificación.
-La poesía (una voz que se busca a sí misma) … un ritmo que
sólo busca vibración (no complicidad o confort) en el otro.
-.. el poeta espera el momento de la escritura (un día, a una hora indecisa, el
poema sonará en él y entonces sólo habrá que cuidarlo de la voluptuosidad declamatoria)
-todo trabajo carece de garantías en los otros…
-La escritura significa un modo de escapar a la cárcel del
sentido.
-… esa especie de condición esencial del arte: profundizar en
el propio instrumento, aceptarlo como estado de vida y encontrarse cada vez
ante la alternativa de destruirlo para que no la defina, para que no la
traicione comprendiéndola.
-Se trata de una toma de partido: si el lenguaje es
instrumento de conocimiento que se hace experiencia de vida o si se manejan las
palabras como elementos de verificación y entonces toda aventura termina donde
empiezan las pautas de la cultura.
-La inherente precariedad del arte, su descrédito ante la
hegemonía beatífica del racionalismo
-Esa arrogante ausencia de estupor…[ está bien, yo lo diría
así: la arrogancia de un pretendido escepticismo que no es más que
aburrimiento, pobreza de deseo, sabiduría de bajo vuelo.]
-Un ritmo, una voz que empieza a esperarlo todo del desorden
de las palabras.
-… los estragos de la
solemnidad
-la cultura y su pavoroso aburrimiento simplificador.
-Es una verdad incorregible: se cierran los ojos y el ritmo
de una línea trae un párrafo y el ritmo de un párrafo trae un nuevo
deslumbramiento.
-Esa estratagema infame de la cultura que espera del arte el
convencimiento de que no hace falta renunciar a la serenidad.
[Mirá J qué próximo al comentario que hacías hace poco a
propósito de la improvisación]:
-.. la novela, debe salir de la trampa… el único ejemplo a favor – y la
sociología dirá después porqué negros, porqué fatigados como uno – se encuentra
en la actitud de esos anti-personajes que soplan – o digitan – cada noche un
instrumento de su propiedad; negros generalmente semi-adictos a la droga y
siempre al estupor de su música, semi-cómplices
que rompen cada noche con lo ejecutado la noche anterior, para los que
todo está por suceder la noche siguiente y no interesa mucho si alguien se
sienta, o no, a escuchar. Concentrándose en este ejemplo, la novela –
finalmente arte – una vez que los invasores se dediquen a las ciencias ocultas
y a las religiones monoteístas, podrá desmantelarse como género, abrir las
formas hasta que no quede nada de ellas. O sea, lo mismo que acaban de cumplir
ciertos músicos de jazz: primero tomaban un tema conocido y a su conjuro
improvisaban, es decir, corrían la
aventura para después, retomar el tema; poco tiempo más tarde mantuvieron el
tema pero ya sólo como punto de partida, riéndose de él y de la posibilidad de decidir no retomarlo. Ahora,
hacen algo que se llama Free jazz y
desespera a los críticos de avanzada que, por supuesto, nunca podrán
experimentar algo semejante: es decir,
que parte del único hecho de que están allí, tocando, con todos los temas y ninguno
al mismo tiempo. El resultado, desde ya, es riesgoso e imprevisible…además no
se puede hacer Free y ser concertista
de Mozart. Porque el resto, la cultura, los escritores con tema y con estilo –
de escritura, de vida – se parece demasiado a ese señor vestido de negro que se
trepa al escenario del Colón. Antes de sentarse al piano practica una
reverencia ante la platea, que reconoce en él los beneficios de la cultura y lo aplaude. Casi sin lugar a dudas
podría asegurarse que no va a suceder nada nuevo.
-En Oficio se poeta
Pavese: (Tienen razón los literartos: el
humanismo es una poltrona [queda mejor: es
una reposera no?]) brinda una corriente auténtica de aire desmistificador a
la ceguera partidista de los que se empeñan en confundir una escritura con la
voluntad periodística de ideologizar a través de una palabra sin vida, enferma
de preconceptos simplificadores.
-Poesía (toda
línea, todo período, toda página escrita) es, antes que nada, reiteración.
-La necesidad perentoria que toda voz auténtica exige:
desilusionarse de sí mismo y sólo entonces dar en el tono.
-La estrecha relación significativa entre la vida y la obra
de René Daumal, el carácter procesal que parecen exigirse mutuamente, la
zozobra que alientan frente a la tentación demasiado humana por las jerarquías
provisorias.
-A falta de razones concretas para vivir (René Caamal) llegó
a considerar esa dificilísima empresa (el suicidio), al revés, como “la más
violenta afirmación de sí mismo”.
-Todo se paga, pero “es preciso pagar por adelantado” [sería
bueno distinguir la apuesta, signo de libertad y del verdadero compromiso, de
la deuda judeo cristiana, tributaria del
sometimiento y el culto de y a ese sometimiento.]
-Beckett: la posibilidad siempre latente de una salida por
el humor, por esa espejo de humor intrínseco en toda escritura que admite el
“destino” de cuestionarse a sí misma como tal. [efectivamente, humor y poesía
es lo que les falta a los “trabajos” psicoanalíticos. Ya, nombrar como trabajo a un escrito que dudosamente lo
es, anticipa que no puede esperarse de eso ni humor ni poesía ni mucho menos emoción (impresionante las observaciones
de Céline acerca de la emoción en el escrito) Parece que esta referencia al
humor de Beckett por parte de Sánchez, no hace más que retomar lo dicho por
Freud respecto del chiste, pero es un poco más, es instalarlo en el corazón
mismo de la escritura. O del discurso, si pasamos a Foucault. Cuando Foucault
dice: sí, mis argumentos se disipan,
están hechos para eso, afirmación que realmente parece un chiste ella
misma, un chiste terrible dirigido al corazón mismo del racionalismo, está
sustrayéndole a la enunciación la pesadez de la
razón racionalista, está permitiéndole precisamente ser enunciación y está
haciéndose cargo realmente de ella, es
decir, con su cuerpo, no con su nombre]
-Vaché … era un maestro en el arte de conceder muy poca
importancia a nada.
-Vaché (desaparece) gracias a cuarenta miligramos de opio
con los que parecía querer cancelar, lo antes posible, aquella amenaza jerryana
de volverse un día, él también, gordo y Ubú. O de volverse un cómplice – en la
vida, en la posibilidad latente de la
escritura – del tedio que subyace, acaso inexorablemente, en los
síntomas de toda convención.
-Primer monólogo de escriba en la ciudad de Santa Fe, frente
a un auditorio sobrecogedoramente universitario que, según comprobara casi de
inmediato, esperaba escuchar exactamente lo contrario de lo que me proponía
transmitirle.
-El primer descubrimiento literal … sólo podía producirse a
fuerza de decantación, gracias a un rechazo paulatino (sin garantías y capaz de
hacer reír a medio mundo) de todo aquello que no debe hacerse. [El valor de
la negación, casi a nivel instrumental –
vos estabas interesado en eso, C – podría decirse, en contra del adaggio
corriente: sí, somos anti…
-Se trataría del momento en que se traiciona la riqueza
potencial de un instrumento (el lenguaje) a fin de volverlo noticia, chisme,
ilustración o comentario de ideas que podrían valerse por sí mismas.
-… la tonta arrogancia del fiscal con destino mesiánico;
porque ya están el ensayo (y su auge)… [perdón amigos de EyC, pero la ironía de
este fulano es absolutamente envidiable]
-Otra (posibilidad del escriba no canonizado): la
posibilidad de una vida un tanto menos arropada..
-… la letra muerta leída por herencia y siempre dirigida a
esa finalidad ulterior: evitar por todos los medios la actividad de las
personas que leen.
-Me atreví a aclarar: o el lenguaje … era un medio de
enfrentamiento del hombre consigo mismo en el sentido de poner entre paréntesis
lo poco que siempre se sabe a fin de quedar disponible para un acto sin
garantías posibles de tranquilidad, o en su defecto verificaba lo ya aprendido,
auxiliaba a la cultura (como exaltadora o denunciadora) y por lo tanto las
palabra empezaban a aludir al mismo tedio de aquella cátedra, de toda
convención demasiado humana.
-Escritura capaz de no admitir desengaños de interpretación
ni preceptiva de comentadores.
-Todos hemos leído libros (en el mejor de los casos
cambiando de predilecciones cada tanto) todos empezamos a alimentar alguna vez,
por lo general de una manera reservada y paciente, cierto afán acumulativo.
-El disconformismo humanista.
[y aquí una observación implacable pero también, ,
despiadada y quizás injusta sobre la adolescencia]:
-En resumidas cuentas: ¿qué fuimos a buscar a los libros
allá por la adolescencia? Entre otras cosas también admisibles fuimos a buscar
nociones generales, cierta apariencia problematizante que hiciese más llevadera
la orfandad, ideas tranquilizadoras (nada más tranquilizador que sentirse
trágico o justo) aquella galera de felpa de la que poco más adelante sería
posible extraer un gusto algo personal, cierta visión de conjunto. Es decir, fuimos a que nos contestaran, a que
nos serenaran.
-Esta ausencia de señales, este encuentro demasiado fortuito
con lo que no nos buscaba, es el único elemento que puede generar más preguntas
y sobre todo el personal cansancio frente a todo lo escrito, frente a la
maleabilidad de una ideología y sus coherencias.
-La poesía beatificada por el iluminado momentáneo que
canta.
-Las palabras, aquella respiración y aquella cadencia.
-Distinguir entre un pensamiento sistemático y los riesgos
de un pensamiento estético.
-Haber experimentado con la mayor intensidad posible la
fatiga y hasta el rechazo de todo lo que entendemos por imaginario… la
imaginación es esa facultad que estaría separándonos de lo único que nos
concierne.
-El oro por ninguna parte, para desaliento de los acreedores
de confianza: nada que transmitirle a nadie, ni convicciones para representar,
ni la menor idea de lo que irá a decirse porque es demasiado incierto lo que
querría decirse y sobre todo porque seguirá en pie eso de que no estamos en
condiciones de merecerlo, y que de ahí la escritura… ninguna historia para
nadie.
-La única pauta de utilidad de un libro sólo puede ser
corroborable en la experiencia misma.
-Puesto que cada palabra llama a otra – dice Merleau-Ponty -
¿porqué la expresión del mundo habría de estar sujeta a la prosa de los
sentidos o del concepto? Hace falta que sea poesía, es decir que despierte y reconvoque por
entero nuestro puro poder de expresar, más allá de las cosas ya dichas o ya
vistas.
-El supuesto cadáver (de la
novela realista) sacude cada tanto la cabeza pero esto no querría decir
que existan síntomas de vida.
-.. antinovela, o sea el rescate de la poesía que acepta el riesgo de no comprender
su precariedad y sus síntomas, más que otra cosa una especie de fantasmón por
la negativa cuyo único patrimonio es un incondicional respeto por la palabra
desligada de su contexto ideológico y cuya única preceptiva posible es lo que
ya no puede hacerse (por ejemplo, decir “él pensó” o “su rostro era blanco como
la leche”)
-La solemnidad de la
razón y sus ensayistas
-Los ensayos que provenían y todavía provienen de los
profesores
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