correo. disgresiones
Un intercambio de correos con José Berardozzi.
Hola, aquí van unas digresiones. Unas más. La digresión es, en
esencia, fragmentaria y eso le permite que la gente seria, que considera la
seriedad como un valor, no la tome demasiado en serio. Sin embargo es escurridiza
y, como advertían esos verdaderos Otros que años ha supimos tener por acá, disolvente.
Tal vez tenga otra virtud pero, ahora, respecto de quien
la practica: fija un poco su propia disgre(ga)ción.
Hay una renegación por parte del psicoanalista de su
condición profesional. Con todos los rasgos de la renegación: más la desconoce
cuanto más se afirma en ella. Y hay una justificación: hay que ocupar ese lugar
del sujeto supuesto saber en disputa con médicos, psiquiatras, curas o lo que
fuere “pero a partir de ahí, hacer psicoanálisis.”
Los sofistas por ejemplo, no hacían diferencia entre lo
que era su presencia en la vida pública y lo que con propiedad podría haberse
llamado su práctica filosófica.
Tampoco la hace, por caso, el Budismo Zen, tan próximo a
la experiencia analítica en muchos aspectos. No hay, por decirlo así, mayor
distancia, allí, entre intensión y extensión. La “extensión” sostiene la
austeridad, el despojamiento, que requiere el camino zen y de hecho es
indistinguibles de él.
Esta cuestión tiene que ver con la extraterritorialidad o
con la desterritorialización.
Se podría zanjar el trajinado tema de la
extraterritorialidad situándola como salida del discurso dominante. Para Lacan
sólo el discurso analítico tiene la dimensión del instante o del acontecimiento
mientras los otros tres, digamos, el de la permanencia. Me parece que ése es el
núcleo de la extraterritorialidad.
Parecen haber dos modos del cambio social: el bolchevique
por así decir, o si se quiere el revolucionario: la lucha por el poder, la
lucha contra el poder establecido. Es una guerra, a veces política, a veces
militar, pero es algo que cursa al modo de un diálogo, por desbastador que
pueda llegar a ser.
Y está ese cambio que ocurre a partir del crecimiento de
una corriente social o económica o cultural que se incuba en el interior del
orden o del sistema establecido y se extiende y finalmente se vuelve
hegemónica. Muchas veces esto último no ocurre y esas corrientes subsisten como
núcleos autónomos en diferente grado. En extraterritorialidad. Es el caso de
las “comunidades”. Es en cierto modo también, la vía del zapatismo. Y son
también los saberes que se alejan de los saberes oficiales o del sistema.
Pero hay una cuestión más sutil y en cierto modo menos
fácil de cernir: que es la posición misma frente a eso que se llama el Otro
social. Es curioso que las posiciones más radicales son las que más “creen” en
el otro social, en su consistencia, a la que refuerzan con su misma creencia.
El Otro social no es ni más ni menos que el orden, el orden que siempre es
social. Son las leyes, los códigos y los reglamentos y por cierto los usos y
las costumbres dominantes. Pero es también una construcción, la imputación de
una unidad que no siempre tiene.
La sujeción al orden social es siempre un efecto
fantasmático. La desobediencia es en cambio un gesto a menudo supremo de
libertad.
Nuevamente es el artista el que más y mejor logra escapar
al orden del trabajo que quizás sea el peor de los órdenes.
También el psicoanálisis debería escapar a eso.
No autorizarse más que de sí mismo es no sólo no
autorizarse en el Otro sino tampoco en ese Otro que es la teoría. La teoría, un
nombre del Otro.
Todo emprendimiento institucional estará sostenido en un
discurso amo.
¿Sólo el “dispositivo” analítico daría la posibilidad del
“flash”, de la irrupción del discurso analítico?
El psicoanálisis vino a ser el retorno del amor, pero el
retorno del amor sólo entre dos. Si es más de dos ya no hay acto analítico.
¿Habrá en esto una herencia del acto médico? ¿O simplemente del amor
monogámico?
Los análisis grupales siempre fueron considerados un
desvío o una impureza. Es curioso que aunque Lacan envistió contra los “efectos
de grupo” por lo menos en una ocasión manifestó que no tenía nada contra aquello
si era realizado “apropiadamente”, o algo así.
“Que la extensión esté regulada por el discurso analítico
– se dice – es un imposible” Pero es que se trata justamente de sostener ese
imposible. Es, me parece, lo que sostiene Foucault cuando a las preguntas por
“propuestas” responde: ninguna. El “imposible” lacaniano, por lo menos
el de uso corriente, ha tenido el penoso destino de cualquier producto de uso
corriente.
¿Qué se dirá cuando se dice: el dinero es un
significante? ¿Así se acopian los significantes: uno sobre otro como los
billetes? ¿Un billete representa a un sujeto para otro billete? No creo que
poner un precio suponga simbolizar algo. Sin duda el dinero está entre el
sujeto y las cosas pero no siempre, no para todos del mismo modo.
- Se habla poco del dinero, del dinero como término de
la relación analítica. Término que hace del amor de transferencia un amor
muy especial que hizo decir una vez a Pichón Rivière que los analistas eran los
cafishios de la angustia. El analista en cuestión, el que está en
cuestión, en el mismo banquillo que el saber, no es la función analista, de la
cual todos nos avenimos, con mayor o menor suerte y virtudes, gustosamente a
hablar. Es el personaje analista, a quien el mismo Lacan no trató demasiado
bien.
- ¡Pero no! Escuche. Mais no! Écoutez (tiene más
gracia en francés). ¡Esos eran los de la IPA!
El dinero, oí decir, neutralizaría con su rostro de nada
lo imaginario del amor del analizante. ¿Y su función en el analista? Hay ahí
una extracción, sino una sustracción. El analista vive de sus pacientes.
Como cualquier profesional, se dirá.
El pago sería un instrumento de castración. ¡Pero se le
paga al analista! No es que se hace desaparecer ese dinero. Se pagará por el
objeto, como dice Lacan, pero quien goza de eso que se paga es la persona del
psicoanalista.
El dinero, como se dice a veces no sin razón, es un gran
ordenador. Y quizás, sí, sea un significante en lo real con toda su potencia
enloquecedora.
Es también el gran medio de dominio. Y el ascenso a la
escena en el último siglo del capital financiero ha permitido visualizarlo.
El dinero es sin duda en el capitalismo, el término mayor
del lazo social. Dinero a cambio de… fuerza de trabajo, bienes o servicios.
Allí entra en principio el psicoanálisis. En la salud mental. Lacan decía: se
paga por hablar o más precisamente, se paga por el objeto, por el objeto a. Por
supuesto que esto viene enlazado con la idea lacaniana de la deuda. Idea
lacaniana y religiosa. Hay una deuda que se transmite de generación en generación,
la deuda al padre.
¿No es el pago el reconocimiento en acto al sujeto
supuesto saber?
¿Es así? ¿Lacan decía eso, que se paga por hablar? Me
parece que se paga hablando. Y el pago, el pago en efectivo, es por la caja de
resonancia, por la escucha, que es falta.
- El maestro Zen no cobra. Lo que se cobra no va al
maestro sino al Zen. El maestro optó por la austeridad. Distancia respecto de
los bienes y objetos. Temas poco frecuentados. A pesar de abrevar y citar
profusamente categorías religiosas, temas bíblicos, no conozco comentarios (algunos habrá seguramente) acerca
del voto de pobreza. Está ahí, sin embargo, independientemente de lo que,
efectivamente, la iglesia ha hecho con eso. El tema viene por cierto de la
antigüedad: Diógenes, los cínicos…
- “¡Pero, precisamente, qué antigüedad!”, podría ser,
claro, la réplica.
La cuestión sin embargo, está ahí, en todos los debates,
no sólo respecto de la religión o la filosofía. Ha estado y está presente en
las discusiones sobre el papel y la función del intelectual cuya versión
actual, un tanto empobrecida quizás, gira en torno de la figura del periodista.
La domesticación, la desactivación que sufre cualquier
saber al momento de ingresar en los “claustros” universitarios no es del todo
ajeno a la condición de empleado a sueldo, de ese burócrata del saber que es el
profesor. Como no son ajenos los “elencos estables” y los artistas a sueldo del
aplanamiento de su misma creatividad.
Se dirá, como siempre, que aún así hay buenos y malos
profesores, artistas talentosos y de los otros, más allá de su relación
contingente con el dinero. Y la cuestión es precisamente esa: que “la relación”
con el dinero no es contingente. Y en verdad tampoco se trata de una
“relación con el dinero”. La idea de una “relación con el dinero” cuanto menos
es la ensoñación de un alma bella que decidiría no contaminarse o bien, lo más
habitual, “no pensar en eso”. Pero lo corriente es no hacerlo en voz alta ya
que no se lo considera de buen gusto sino en la intimidad donde el avaro que
nos habita calcula con fruición.
No hay ninguna relación con el dinero ya que, por lo
menos en el capitalismo estamos absolutamente tomados y atravesados por eso. Es
un orden – en todos las sentidos (y géneros) del término – de dinero.
¿Y que es el cobro? El término, notablemente, casi no
existe en psicoanálisis, como no existe el de oferta siendo tan exuberantes los
desarrollos acerca de la demanda. Se dirá rápidamente: pero es que no hay
simetría ni reciprocidad. Pero si no la hay, ¿porqué el dinero va al bolsillo
del analista? Cuestiones de la transferencia, término también de uso
bancario.
Un abrazo, Néstor
Interesantes las digresiones; me meto... lugar candente
el del dinero en ese punto del "cobro", orden-a-miento
insoslayable vs. relación con el dinero. Creo que es un orden social en el que
cada uno establece, articula,"su" síntoma. Si no es contingencia...
es necesario? ..no cesa....de inscribirnos?... pero "el avaro que nos
habita"...es una "herencia" de cada versión paterna!...neurosis,
en cada caso, del casorio con el Padre? da para largo ese camino
Pero que es un significante...enloquecedor!! y si!!
Afanísico!!
Por otro camino nos topamos con esa relación al, o con
el, saber; que rápidamente nos acerca, o vislumbra, el horizonte de la
mercancía, dinero y mercancía...y luego se fetichiza, sin ninguna duda. El
Saber es mercancía y también fetiche. Tal ves la perversión sea la plancha
donde se inscriba a doble faz, la verdad de esa desviación. Es Laaa
estructura!!! de la que hay que ocuparse si queremos avanzar, o darle un
cuartito de giro a la escena del psicoanálisis. Digo ahí donde el
discurso analítico y el capitalista se excluyen; y no son reverso. (acabo de
releer tu escritura y la renegación que mencionas al principio se me
"olvido", pero reaparece en perversión, da para charla)
Los problemas de La alienación no han sido extenuados por
el "deseo" de saber psicoanálisis. El no reconocimiento en el orden
de lo producido, eso que venimos cercando como iniciativa política en nuestros
encuentros( y desencuentros), acerca de la desviación en todas sus versiones; y
lo paradojal que resulta ello ante la prédica del discurso analítico, de la
castración. "El blablablabla o goce del idiota"
La escoria que producimos, que no es teòrica; y en
la cual rara ves nos reconocemos, o implicamos minimamente, es el lugar ético
de la responsabilidad; y ahí cada uno mano a mano con la huesuda, cara a cara
con su Conciencia; y que la tenemos la tenemos! Syo? a debatir si se quiere,
pero no a olvidar esa dimensión esencial para contra restar los riesgos de
estafar, o perder el tiempo. Dimensión del objeto a.
Pero en la extensión: el "nosotros pensamos",
que puede ,no necesariamente, ser lo que sostiene los grupos, sigue clamando
justicia; que algunos se ocupen y desocupen lo otro, lo desviado, lo per-ver,
que puede cesar; no es de lo imposible sino más bien de una potencia aún no
acaecida. Utópicos? Pendejos idealistas?
Pensaba recién que el detritus humano, eso que son
restos, deshechos,basura, y que Lacan señalaba para ubicar el objeto, o como lo
propio del orden humano, la dimensión del a; es lo que puede virar, sublimación
mediante, y he aquí nuestro saber hacer, o arte especifico analítico, puede,
debe, virar a causa. A causa común. Y pensaba en la dimensión temporal del a,
la de la causación del sujeto, tiempo que cae, síncopa, corte en la
transferencia de laburo que sostenemos en los encuentros. Ahí venimos
acercándonos cada ves más a la cosa, ejercicio parlanchin que no implique
imposición.
Hacer mierda al otro, concédanme unos segundos lo
exagerado de la expresión, es una resultante conocida en las sabiondas
discusiones institucionales. Quien la tiene más larga, si prefieren; para
usarla de garrote. Goces cavernícolas.
LA lectura más correcta, éél último Lacan, la
investigación( la detestable)más sesuda de La obra de Lacan...etc. son prácticas
de La boludez. O taradez.
Desafío para el nuevo año, práctica cercana a una forma
artística,nueva, en el lazo; creadora.
Un abrazo, amigos!! José
José, la figura del padre y la herencia están incrustadas
en la entraña misma del capitalismo y de todo régimen de propiedad privada de
la producción que no se sostendrían sin ellas. Ni en lo económico (herencia) ni
en lo político (monarquía, pero también despotismos en general, mafia, y …
Movimiento psicoanalítico internacional)
A nadie como al Príncipe y a los señores del
capitalismo puede interesarles más la apología del Padre, la “transmisión”, los
emblemas y blasones paternos.
Importante sin duda lo del padre, lo del Edipo,
ampliamente considerado por Deleuze y Guattari en el Anti-idem.
Abrazo, N
Etiquetas: correo. disgresiones
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