miércoles, 10 de diciembre de 2014

socialismo


El bastardeo de las palabras, su adulteración, su desactivación, su desvío, también el desgaste por el uso como ocurre con cualquier objeto, es algo que está a la vista y que el paso de los años acentúa. Es cierto que las palabras hacen su camino, que reflejan y ocultan alternadamente hechos o ideas y, más misteriosamente, los producen. Pero, más acá de su “vida propia” es manifiesto que son objeto no ya de uso solamente, también de manipulación.

La difundida afirmación de Freud, se comienza por ceder en las palabras y se continúa cediendo en las ideas, hace contrapunto con una práctica más astuta: la de conservar la palabra para disimular así que su significación ya se ha perdido.

Es lo que ha ocurrido con socialismo, desde su apropiación por el estalinismo hasta la desnaturalización a la que fue sometida por la socialdemocracia.

El miedo a ser identificados con el estalinismo y la satanización del socialismo por la derecha, llevó –y lleva todavía- a muchos a “ceder en las palabras” para no asustar a la gente ni enojar al enemigo. Ha surgido así la figura de un capitalismo “serio” o “en serio”. El adjetivo serio goza, hay que decirlo, de un alto rango de imagen positiva. Así como Cristina lo adjunta al capitalismo, la derecha local clama, junto a Peter Capuzzoto por un país serio. Ya sabemos de qué seriedad se trata en este último caso, pero la invocación a un capitalismo serio, si no es un ardid ingenuo para espantar los fantasmas que podrían inquietar al mercado (antes que a su mano invisible, a sus cabezas visibles), nos mueve a cruzar los dedos. Ojalá el capitalismo no fuera más que una broma. Se está enteramente descaminado y se confunde a la “opinión pública”  si se sostiene que no cumplir con las leyes que pueden ponerle límite, rapiñar y saquear, especular, abusar, explotar, obtener por todos los medios a su alcance, legales y de los otros, todos los beneficios del estado y atacarlo a éste por los controles que puede imponerle, se confunde sí, si se sostiene que esto no es capitalismo en serio. ¡El capitalismo en serio es precisamente esto! El otro, el de “rostro humano”, ése no es serio. Lo dicen ellos, los capitalistas, sus teóricos y voceros. Es un capitalismo deformado, distorsionado por las luchas que le pone límites a su libre desenvolvimiento. Si el capitalismo serio que se invoca es el europeo, es la misma presidenta la que no pierde ocasión de denunciar con todas las letras a dónde ha ido a parar, si lo que se menta son sus glorias pasadas –el estado de bienestar- eso, insisto, no fue fruto de las bondades o la seriedad del capitalismo sino de las luchas sociales del siglo 20 y de la  presencia siempre amenazante de la Unión Soviética de entonces y su potencial expansión.

Apelar entonces al capitalismo serio no parece ser un derroche de seriedad y es posible –¡y deseable!- que esté en camino de ser un anacronismo. Quizás sea la reminiscencia de aquél peronismo que se proponía crear la anhelada burguesía nacional -apenas unas décadas antes, Lenin se planteaba más bien, a un hemisferio de distancia (geográfica e ideológica) crear un proletariado porque la revolución socialista se le había “adelantado” al capitalismo. La tarea, crueldades de la  historia, cayó en (un golpe de) manos del Padrecito de los Pueblos.

Ha sido, es, valentía política, (en verdad un pleonasmo, pero hay que pronunciarlo porque es sabido que no abunda) devolver dignidad al maltratado socialismo. Machaquemos con Freud: no ceder en las palabras, no asumir las culpas de la  confiscación de su significado: eso suele terminar –o comenzar- siendo una astucia para perpetuarla.

Es el mérito de Chávez, de Evo, de Correa. Es difícil afirmarlo de Lula que pasó también por la mentada frase: tengo que construir primero el capitalismo, a la que agregó otra un poco más dudosa –bueno, es el argumento premium de la  derecha- hay que tener qué distribuir. ¡Si en Brasil es así qué tendrían que decir los otros!

Hay que decir socialismo. Aún anticapitalismo, de más fuerza y radicalidad, porque cierra el camino al socialismo capitalista de las social democracias que nunca fueron ni socialistas ni democráticas; porque invita a objetar al capitalismo, a ponerlo en cuestión, a investigarlo en el sentido judicial del término y porque toda posición anticapitalista lleva implícita la afirmación de la propiedad social de los medios de producción.
Socialismo no es una mejor “distribución”, o más “justicia social” por buenas y deseables que sean, y lo son, una y otra.  Es una toma de posición respecto del dinero, el capital, el valor, la propiedad y el lazo social en su sentido más radical: de relaciones de producción, de saber y de poder desde sus manifestaciones más visibles e inmediatas hasta ese campo que Foucault llama de capilaridad donde las relaciones de poder parecen invisibilizarse pero toman toda su consistencia y eficacia.

Una toma de posición no es una promesa. No está sujeta a esa política, la de la promesa (sus qué, cómo, cuándo, sus arengas, sus silencios tácticos). Una toma de posición se dice. Es enteramente performativa. Los expertos en astucia política que incluyen sin dudar la totalidad de la  segunda en la primera, han sabido rebajar una toma de posición a lo “testimonial” y de paso, 2x1, degradan lo testimonial mismo: una práctica suficientemente sospechada de verdad como para ser de utilidad en política. Así y todo no se trata exactamente de “dar testimonio” sino más bien, de democratizar el decir. Corto y claro: de no censurar. No censurar la puesta en cuestión de lo que está en juego silenciando o descalificando, degradando, ridiculizando. Modos corrientes de la  mentira a veces más o menos elaborados,  es decir ladinos, casi siempre desembozados.

“Ya llegará el momento de decirlo”. Se lo escuché a Alfonsín, a quien voté y por quien salí a la calle a celebrar (tengo derecho también a mis dos líneas de confesión). “Ya llegará el momento”. Lo dijo ahí, en una reunión casi de amigos ¡en el Club Socialista precisamente! “Ya llegará el momento de decir socialismo”.

Como dice el tango: luego me contaron su final.nb


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