domingo, 23 de junio de 2013

correos XIX lo público y la transferencia

Algunas anotaciones a partir de la idea de “apertura al público” de la  última reunión. Nuevamente, son “sin editar”,  es decir, fragmentarias, desordenadas, sin conclusiones, ni propuestas. Al final un comentario que quise titular Contra la transferencia. Aunque más “armado” también un borrador.
Saludos hasta el viernes. n

- hacer pública una reunión, una interlocución o como se llame no es solamente para ser escuchados por otros sino para escuchar. No es tampoco para que se refleje en otros sino para que pueda refractarse en otros. Para encontrar no un coro sino ecos, resonancias. La público quizás responda también a una necesidad de alteridad.

- el problema histórico del “público” en las instituciones analíticas es que siempre estuvo enredado con la  busca de clientela o seguidores – o partidarios, decía Freud, término  poco feliz.

- hay imaginario – afinidades, simpatías, etc. etc – “simbólico” – programas, estatutos, actas fundacionales, pero lo que regula verdaderamente el lazo social es la falta. Es algo a tener en cuenta al pensar lo público.Ver Blanchot: lo que sostiene una comunidad como tal es que todos son mortales. Lo dice a su modo y con sus propias obsesiones. En cualquier ese real requiere cierta ascesis, o por lo menos alguna abstinencia. No cinismo ni crueldad. 

- Lo verdaderamente público, lo genuinamente anárquico es sin transferencia. Quiero decir: sin esa transferencia que se agita profusamente y que no es más que respuesta  a la demanda de amor y confort en la cohesión de la masa.

- La canallada hace su agosto del deseo neurótico de familia, familia que más temprano que tarde se revela infierno.

- Interrogar una vez más la oposición público privado. Lo público no es la masa. El sujeto es público. La palabra es siempre pública. La idea de lo privado, de la  vida privada, quizás no sea sino una extensión, una prolongación en la “superestructura”, de la propiedad privada. Tradición familia y propiedad o Dios Patria y Hogar no son por puro azar consignas históricas de las derechas. La familia sigue siendo el dispositivo privilegiado de transmisión política y por supuesto de la propiedad privada. El dispositivo, provocaba Foucault, de los afectos obligatorios. “A los niños los cría el estado” era el terror, infantil precisamente, que solía agitarse respecto del comunismo. Rousseau fue un pionero menos publicitado.

- Se insiste demasiado con el carácter anónimo del poder económico capitalista, pero, como en la mafia, la familia enseguida despunta cuando se comienza a tirar de los hilos. Y si no es la de sangre – las monarquías están en sus estertores – es la familia de los “amigos” o de las  instituciones que funcionan bajo el modelo de aquella. Los negocios, la política, funcionan entre “amigos”. “Bajo transferencia” podría decirse si se acepta el exceso. "El falo circula" en forma de favores, contraprestaciones, y otras reciprocidades.  Parecen públicos, pero siguen siendo privados. El amiguismo es a la amistad, lo que las masas son a lo público.

- Convendría desprender la soledad y la intimidad, de lo privado. Nuevamente el arte puede ser paradigma de continuidad de lo íntimo o la soledad o lo solitario, y lo público. Si  la extimidad lacaniana pasa de ser un dibujito de topología a una dimensión de la  subjetividad o el pensamiento (me disculpo por los términos) podría sacar de una buena vez la cuestión de lo público y lo privado de los “ámbitos” y los “dispositivos” y referirlos al discurso y su movimiento.

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