apertura a lo público.
Algunas
anotaciones a partir de la idea de “apertura al público”. Nuevamente, son “sin
editar”, es decir, fragmentarias, desordenadas, sin conclusiones, ni
propuestas.
- hacer
pública una reunión, una interlocución o como se llame no es solamente para ser
escuchados por otros sino para escuchar. No es tampoco para que se refleje en otros sino para que en ellos pueda
refractarse. Para encontrar no un coro sino ecos, resonancias. La público
quizás responda también a una necesidad de alteridad.
- el problema
histórico del “público” en las instituciones analíticas es que siempre estuvo
enredado con la busca de clientela o seguidores – o partidarios, decía
Freud, término poco feliz.
- hay
imaginario – afinidades, simpatías, etc. etc –, “simbólico” – programas,
estatutos, actas fundacionales –, pero lo que regula verdaderamente el lazo
social es la falta. Es algo a tener en cuenta al pensar lo público. Ver
Blanchot: lo que sostiene una comunidad como tal es que todos son mortales. Lo
dice a su modo y con sus propias obsesiones. En cualquier caso, ese real
requiere cierta ascesis, o por lo menos alguna abstinencia. No cinismo ni
crueldad.
- Lo
verdaderamente público, lo genuinamente anárquico es sin transferencia. Quiero
decir: sin esa transferencia que se agita profusamente y que no es más que
respuesta a la demanda de amor y confort en la cohesión de la masa.
- La canallada
hace su agosto del deseo neurótico de familia, familia que más temprano que
tarde se revela infierno.
- Interrogar
una vez más la oposición público-privado. Lo público no es la masa. El sujeto
es público. La palabra es siempre pública. La idea de lo privado, de la
vida privada, quizás no sea sino una extensión, una prolongación en la
“superestructura”, de la propiedad privada. “Tradición familia y propiedad” o
“Dios Patria y Hogar” no son por puro azar consignas históricas de las
derechas. La familia sigue siendo el dispositivo privilegiado de transmisión
política y por supuesto de la propiedad privada. El dispositivo – provocaba Foucault
– de los afectos obligatorios. “A los niños los cría el estado” era el terror,
infantil precisamente, que solía agitarse respecto del comunismo. Rousseau fue
un pionero aunque menos publicitado entre aquella opinión bastante poco
ilustrada.
- Se insiste
demasiado con el carácter anónimo del poder económico capitalista, pero, como
en la mafia, la familia enseguida despunta cuando se comienza a tirar de los
hilos. Y si no es la de sangre – las monarquías están en sus estertores – es la
familia de los “amigos” o de las instituciones que funcionan bajo el
modelo de aquella. Los negocios, la política, funcionan entre “amigos”. “Bajo
transferencia” podría decirse si se acepta el exceso. "El falo
circula" en forma de favores, contraprestaciones, y otras
reciprocidades. Parecen públicos, pero siguen siendo privados. El
amiguismo es a la amistad, lo que las masas son a lo público.
- Convendría
desprender la soledad y la intimidad, de lo privado. Nuevamente el arte puede
ser paradigma de continuidad de lo íntimo o la soledad o lo solitario, y lo
público. Si la extimidad lacaniana pasa de ser un dibujito de topología a
una dimensión de la subjetividad o el pensamiento (me disculpo por los
términos) podría sacar de una buena vez la cuestión de lo público y lo privado
de los “ámbitos” y los “dispositivos” y referirlos al discurso y su movimiento. nb
Etiquetas: apertura a lo público
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