correos I el saber del banquillo al altar
Hola j,
celebro tu comentario que permite, una vez más, aclarar y sostener diferencias.
Lo que está en
el banquillo para mí es el saber antes que la investigación. En el banquillo no
para negarlo, obviamente, sino para aclarar su naturaleza, de qué orden de
saber se trata, correlativo a qué sujeto, cuál es la relación que se da ahí, en
qué discurso etc.
Procuro no
“proponer” palabras porque hay mucho delirio con eso. Abundan los que quieren
ser re-conocidos por alguna palabrita. En todo caso me simpatizan las
palabras que no tienen aspiraciones de categorías y conceptos. Las más
corrientes, como conversación
por ejemplo. Todo lo contrario frente a las que han sido banalizadas y se han
vuelto soporte y vehículo de una política antipsicoanalítica. Me producen
un rechazo visceral. Es el caso de investigación y tantas otras. Por más elogios que
puedan haber recibido de los grandes maestros.
No es tan
seguro que la extensión surja siempre y necesariamente de la intensión. Son más bien, modos de existencia del
discurso. No diría que es post
sino que se siguen, se continúan la una en la otra. No se trata de un matiz, de
un detalle. Es lo que está, me parece, en aquella afirmación de Freud: la
psicoterapia es sólo una de las aplicaciones del psicoanálisis y con el tiempo
quizás resulte no ser la más importante.
Si el sentido
de la afirmación “La investigación, en el banquillo, es, nombra, etc” es
que la investigación nombra
“el camino del analista, el método que lo constituye apto para el acto”, no
estoy en nada de acuerdo. Si el sentido es ponerla en el banquillo, por supuesto que sí. Porque es
interpretar el síntoma del psicoanálisis hoy. Pero finalmente lo que lo
constituye “apto” al analista no es ciertamente ningún método sino su entrada
en el discurso analítico, entrada que sigue siendo fundamentalmente un
análisis.
No creo que el
problema sean las apetencias yoicas. El problema es el discurso que las hace
proliferar. Y en nuestro campo es el discurso que esteriliza el saber
inconsciente en saber universitario. Hecha esta operación, el sujeto que sabe
es ineliminable y con él todos los narcisismos y políticas que conocemos.
Denunciar éstos sin desmontar la operación que los alimenta es continuar
peleándose con los efectos.
Fórmulas como
“la reflexión teórica de su práctica”, querido j, me resultan cada vez más
lejanas para no decir ajenas y sinceramente, aquel comentario de Lacan, el
analista es al menos dos no me orienta. Me sirve más considerar la cuestión por
el lado de la función y prefiero pensar que el analista es menos que uno.
En todo caso no es uno, ni dos unos, ni un uno doble.
Me parece que
sí, que la extensión es exactamente eso: “hablar de eso que a uno lo interroga,
atraviesa, aplasta, como en un análisis”. Coincido en esto punto por punto.
He intentado
decir algo acerca del paradigma práctica-teoría, de los conceptos y aún de
cierta colonización del discurso por una terminología que en mi opinión
paradójicamente lo vacía y lo estandariza. Pero por cierto cada uno transita la
lengua y el saber por donde le parece y por donde puede.
Abrazo, néstor
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