lunes, 10 de junio de 2013

correos I el saber del banquillo al altar


Hola j, celebro tu comentario que permite, una vez más, aclarar y sostener diferencias.

Lo que está en el banquillo para mí es el saber antes que la investigación. En el banquillo no para negarlo, obviamente, sino para aclarar su naturaleza, de qué orden de saber se trata, correlativo a qué sujeto, cuál es la relación que se da ahí, en qué discurso etc.

Procuro no “proponer” palabras porque hay mucho delirio con eso. Abundan los que quieren ser re-conocidos por  alguna palabrita. En todo caso me simpatizan las palabras que no tienen aspiraciones de categorías y conceptos. Las más corrientes, como conversación por ejemplo. Todo lo contrario frente a las que han sido banalizadas y se han vuelto soporte y vehículo de  una política antipsicoanalítica. Me producen un rechazo visceral. Es el caso de investigación y tantas otras. Por más elogios que puedan haber recibido de los grandes maestros.

No es tan seguro que la extensión surja siempre y necesariamente de la  intensión. Son más bien, modos de existencia del discurso. No diría que es post sino que se siguen, se continúan la una en la otra. No se trata de un matiz, de un detalle. Es lo que está, me parece, en aquella afirmación de Freud: la psicoterapia es sólo una de las aplicaciones del psicoanálisis y con el tiempo quizás resulte no ser la más importante.

Si el sentido de la afirmación “La investigación, en el banquillo, es, nombra, etc”  es que la investigación nombra “el camino del analista, el método que lo constituye apto para el acto”, no estoy en nada de acuerdo. Si el sentido es ponerla en el banquillo, por supuesto que sí. Porque es interpretar el síntoma del psicoanálisis hoy. Pero finalmente lo que lo constituye “apto” al analista no es ciertamente ningún método sino su entrada en el discurso analítico, entrada que sigue siendo fundamentalmente un análisis.

No creo que el problema sean las apetencias yoicas. El problema es el discurso que las hace proliferar. Y en nuestro campo es el discurso que esteriliza el saber inconsciente en saber universitario. Hecha esta operación, el sujeto que sabe es ineliminable y con él todos los narcisismos y políticas que conocemos. Denunciar éstos sin desmontar la operación que los alimenta es continuar peleándose con los efectos.

Fórmulas como “la reflexión teórica de su práctica”, querido j, me resultan cada vez más lejanas para no decir ajenas y sinceramente, aquel comentario de Lacan, el analista es al menos dos no me orienta. Me sirve más considerar la cuestión por el lado de la  función y prefiero pensar que el analista es menos que uno. En todo caso no es uno, ni dos unos, ni un uno doble.

Me parece que sí, que la extensión es exactamente eso: “hablar de eso que a uno lo interroga, atraviesa, aplasta, como en un análisis”. Coincido en esto punto por punto.

He intentado decir algo acerca del paradigma práctica-teoría, de los conceptos y aún de cierta colonización del discurso por una terminología que en mi opinión paradójicamente lo vacía y lo estandariza. Pero por cierto cada uno transita la lengua y el saber por donde le parece y por donde puede.

Abrazo, néstor

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